“Bodas de lata”

120 meses llevo dándoles la matraca. Un agosto de 2.006 junté unas palabras para con las que empecé a mirar las cosas con otros ojos. Si bien puede parecer ejercicio sencillo poner los hechos en orden sin enredarte en conflictos, creedme si os digo que a veces se hace rogar. 10 años dicen que no es nada, pero muchos recuerdos son. Y quizás eso sea lo importante, que lo que ha aquí se ha contado ayuda a recordar cosas que han pasado, que pasan y pasaran. Algunas de ellas ya dichas, algunas hasta la saciedad, no por ello menos justas, pues son de necesidad. Por aquí han desfilado fauna y personajes de todo tipo. Este espacio nació con ZP en su esplendor (sic), de Ley antitabaco, aquella de la igualdad u otra de educación, mientras al cordobés Montilla le hacen President. La ETA, a lo suyo, de bombas por Barajas. Mientras Rajoy, si Marianocho Recortes, chupaba banquillo, pero en la oposición. Visitamos el barrio sésamo electoral con Zepi y Blasjoy, como dúo principal. Merkel la teutona, Sarko el galo y el negro de Yes We Can, que en España los magentas como lema adoptaran traduciéndolo por “si se puede” para que se entendiera más. Mucho en estos años de carreteras se escribió. Con la autovía de Pesadas la cosa arranco, pero fue la de Bilbao la que  más corridos logró. Muchas obras prometidas pero ninguna llegó, se nos premió con recortes de servicios y una atención peor. Con regalos envenenados en lo que nadie creyó y por eso aquí seguimos gritando Las Merindades SI #FrackingNO.

“Mancomunidad o Comarca de Las Merindades” así titulé en octubre del 2.006 una premonitoria letanía. Sí, meses antes planteamos que Las Merindades tenían el mismo derecho que El Bierzo para tener autogestión. El PP como siempre la idea rechazó. Pero meses después, desde Valladolid se crean las mancomunidades y nace la Mancomunidad de Las Merindades. Órgano político supramunicipal cuyo objetivos iniciales eran aunar a los ayuntamientos con el fin gestionar el románico, la vía verde (nuevamente parada) y un plan de desarrollo económico y social. Todos se pusieron a una, pero con un triste final, solo los tres grandes arrancan para recoger subvenciones y por  tanto nada de lo inicial. Pero quizás el destino quiso que este que escribe acabara de efímero Presidente de esa Mancomunidad. Y desde el primer momento el objetivo de recuperar el espíritu fundacional, cambiando los estatutos para que pudieran entrar el resto de municipios que ahora no pueden estar. Invitando a todos a iniciar el proceso de Comarcalización. Modelo global de gestión social, económica, territorial y política con clara voluntad por el desarrollo y la defensa de los intereses de todo el colectivo, para que el futuro de Las Merindades se decida aquí y no desde Burgos o Valladolid, donde poco les importamos y poco importamos. Para ello es necesario crear un órgano político de decisión y la mancomunidad lo tiene, se llama la Asamblea de Concejales. Por eso mi última propuesta será que se modifiquen los estatutos para que la Asamblea de Concejales se convierta en ese primer paso que haga realidad el proceso de Comarcalización que ya no debe parar. 

Para acabar agradecer quiero lo primero al lector, al que le gusta esta mirada y al que le produce horror, ambos son importantes y por ello la mención. Tanto al que felicita, como al buen criticón. A los que corrigen las faltas y signos de puntuación, que con ello han conseguido que ponga más atención. 

Mención aparte merecen Don Quijote el soñador, caballero valeroso, de todos aconsejador, sobre todo para su fiel Sancho que de escudero partió, para convertirse en breve pero justo gobernador, pues sin ellos que finales podría entregarles yo. Y lo hago con esa fragmento que en la escuela deberíamos aprender con devoción: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida…¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!»(Cap. LVIII Libro II). Salud, justicia, tierra y libertad.

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