“Perdone las molestias”


Otra vez me ha vuelto a pasar. Escrito y claro tenía el corrido que tocaba y llega el viernes 30 y me la prepara la bancada de enfrente. Si, esa bancada que bajo la norma de convertir en territorio hostil el salón de plenos pronuncia lealtad y construcción y practica derrota y aniquilación. Esa misma que bajo el feroz caudillaje de quien ha dirigido las riendas con mano de hierro más de cuatro lustros se empeña en jugar con el bienestar y el futuro de todos los vecinos, mediante una huida hacia delante para reivindicar el trono perdido por encima de todo. 
 
Resulta cuanto menos ruin que se utilice la política, la representación que te han dado los vecinos, para sustentar el ego personal. La manida frase de que en política no vale todo está nuevamente de moda y estos días que se acercan de campaña será muy empleada entre bailes y hormigueros. Pasaron y vuelven nuevamente días de imitadores de Maquiavelo, de personas con una concepción totalmente diferente de la sociedad. Donde aparece la cara perversa y egoísta con la que este florentino describía la naturaleza humana, que solo se preocupa por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás, gobernando con astucia y sin escrúpulos morales. Y su éxito llega al lograr hacerse con el poder para ejercerlo de la manera más intensa y prolongada posible, tratando de permanecer en él lo más que pueda y volver a intentar recuperarlo por todos los medios si lo pierde.
 
El miedo a perder protagonismo y su incontrolable soberbia les hace ponerse en la piel del príncipe, queriendo como él, demostrarse lo imbéciles que somos la plebe, pensando que somos incapaces de comprender la vida de los poderosos más allá de lo espectacular y callejero. Creen que hablamos mucho, pensamos torpemente y actuamos siempre del mismo modo. Solo ellos tienen la razón y el conocimiento. Por eso el mensaje de Maquiavelo ahora nos lo venden por pantalla, nos bombardean desde la prensa, mediante adláteres pagafavores en las redes sociales que crean corrientes de opinión, que no de información y que son creadas y alimentadas por ellos mismos.
 
Por ello alguien que dice conocer la ley, que supuestamente le sobra experiencia, no debe usar ésta en el último minuto para alimentar su ego personal que utiliza como motor de la sinrazón. Y si no haces lo que te exigen te amenazan con la justicia, que al ser lenta, paraliza los destinos de todo un pueblo y el bienestar de sus vecinos. Hay que ser honestos y justos tanto en la victoria como en la derrota.
 
Muchos de nosotros no somos discípulos de Maquiavelo, venimos de esa parte de los pecheros, del pueblo llano, de esa a la que se nos tenía prohibida la lectura del príncipe, porque podíamos acceder al conocimiento de los tejemanejes que se traen entre manos. Perdone las molestias pero nosotros, ese vulgo que nos dedicamos al reto de patronear las nave de nuestro pueblo, solo estamos preocupados en construir para todos, no para unos pocos.
 
También el sabio Caballero de la Triste Figura pone sobre aviso a su fiel Sancho sobre el peligro que tiene la soberbia incontrolada de aquellos que han perdido sus reinos y la lucha para recuperar un espacio que ellos han perdido por las tribulaciones de dirigentes venidos a menos gracias a sus propios errores. «Porque has de saber –dice Don Quijote– que en los reinos y provincias nuevamente conquistados nuca están tan quietos los ánimos de sus naturales, ni tan de parte del nuevo señor, que no se tenga temor de que han de hacer alguna novedad para alterar de nuevo las cosas, y volver, como dicen, y probar ventura; y así es menester que el nuevo poseedor tenga entendimiento para saberse gobernar, y valor para ofender y defenderse ante cualquier acontecimiento.» (Cap. XV Libro I). Salud, buenas noches y buena suerte.

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