“De otra manera es posible”
Pasado el vendaval andaluz
con más pena que gloria para casi todos, surgen ahora múltiples incógnitas
sobre qué pasará en las siguientes citas con las urnas. Parece que los
españoles hemos abierto los ojos ante la situación a la que nos han llevado
estos recortadores de derechos y libertades que se ha demostrado que no era la
acertada. Bien es cierto que quizás no sea algo que se pueda llevar al resto
del País, pero si deja claro que los proyectos basados en plataformas ciudadanas
independientes cogen fuerza y son la opción para muchas personas hartas de este
bipartidismo de políticos acomodados y alejados de la realidad. Y lo que es aún
más claro es que tenemos una ocasión muy cercana para cambiarlo. Una ocasión
para defender y recuperar los derechos que hemos perdido en sanidad, en
educación o en servicios sociales. Una ocasión para para apostar por las
energías limpias, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo sostenible. Pero
esto evidentemente ni quieren ni pueden hacerlo aquellos que nos lo quitaron.
Aquellos que mantienen su apoyo hipócrita al fracking. Esos que desde la
administración más cercana a la gente, no han servido los intereses de las
personas, sino a los negocios de unos pocos. Es el momento de hacer las cosas
de otra manera. De garantizar y respetar los derechos y de ser equitativo en
las obligaciones y cargas. De abrir las ventanas y de ser transparentes en la
gestión de lo público como única manera de acercar la administración a sus
legítimos dueños, las personas.
De que había otra manera de
hacer las cosas hay un ejemplo palpable y rotundo: el que ya se conoce como ‘milagro
islandés'. Resulta que este helado país, no precisamente industrial, ni turístico,
que vive casi exclusivamente de la pesca, no hizo ni caso a las recetas
económicas de la Merckel y compañía. Estos islandeses no se amilanaron ante las
amenazas a pesar de que en 2008 perdieron casi un 8% de su riqueza. Todo lo
contrario que en España, dejaron caer
sus bancos y nada quisieron saber de austeridad. Defendieron el modelo nórdico
de bienestar social y subieron los sueldos hasta un 6%. El resultado es que
estos tipos no se han hundido en el fondo de la crisis, es más, en 2013 crecieron
un 3,5%, en 2014 un 1,8% y para este año hablan que crecerán otro 3,5%. Tiene
su banca saneada y con un 4%, el paro es el más bajo de Europa. Según el FMI,
una economía pujante y de las mejores de Europa. Pero fue posible porque lo
primero que hicieron fue juzgar y meter en la cárcel a los que les habían
llevado a la ruina. Al revés que en España donde siguen empeñados en hacernos
creer lo contrario. Donde siguen quitándonos derechos y libertades aprobando
leyes como la Ley Mordaza, que nos devuelve a épocas del blanco y negro y del chaparro
de El Ferrol. Ley que hasta la ONU ha pedido al gobierno que retire pues "amenazan con violar derechos y libertades
fundamentales de los individuos" y "socavan los derechos de manifestación y
expresión" en el país.
Esos mismos personajes,
capitaneados por un tal Soria, insisten en agujerear nuestra tierra, en buscar el maná gasístico. Que defienden
los intereses de oscuras empresas en lugar de los de los seres vivos. Empresas
que llenan los buzones de destructivos panfletos de caro papel, basados en un
modelo energético destructivo de mentiras y egoísmo. Pero nada dicen sobre que
ninguno de los casi 70 pozos perforados mediante fracking en Polonia ha dado
lugar a la producción comercial de gas. Tampoco dicen que allá en Estados
Unidos, en Maryland, otros representantes del pueblo por ley han declarado “Actividad Ultrapeligrosa” al fracking. A
Soria y compañía nada les preocupa los componentes trascendentales de la vida:
“La Tierra y el agua”. Quiero acabar este corrido con unos versos que
sobre ellos escribió Miguel Hernández, “el poeta de la tierra”, el de para la
libertad aquel cuyo aniversario de su muerte fue el día 28. Hernández, concebía
la tierra como madre, que nos vio nacer y que nos acogerá tras la muerte.
Tierra y agua que no se pueden vender, porque son la vida y su germen. «La tierra que removía con la reja y con la yunta / se
alzaba de punta a punta / ruidosamente sombría. / La tierra se descubría / y
abría su espesa rosa, / y al preparar una fosa / para la lluvia y la mies / le
tiraba de los pies / como una novia celosa» (El labrador de más aire. Escena III. 1937). Salud.
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