La imponente arrogancia del poder

          En el último mitin de las pasadas elecciones, mi compañero de lista Gerardo (por cierto, felicidades por tan cercano discurso)se preguntaba: ¿Qué tendrá el poder que todos lo quieren y nadie lo suelta?¿Habrá algo que nos ocultan y que engancha?. Sentado a su lado escuchaba una sucesión de certezas que cualquier hijo de vecino acierta a pensar pero que pocos se atreven a decir y muchos menos a hilvanar. Me anoté la respuesta para hacérsela llegar cuando la ocasión me lo permitiera y que mejor que en estas líneas y además dando título a la letanía de este mes. Sí amigo Gerardo, el título te da mi respuesta: el poder se ha convertido en imponente arrogancia. Y aún podemos llegar más lejos y clasificarlo según como se ostente o utilice convirtiéndolo entonces en un poder con impresionante altanería, formidable soberbia, estupendo desdén, excepcional impertinencia, grandioso envanecimiento, enorme engreimiento, monumental inmodestia, temible insolencia o solemne petulancia. Sí Gerardo, todo eso puede y da el poder.

          Tu duda y mi respuesta me hizo pensar y me fui a buscar al libro que habla del poder: La Constitución del 78. Lo abro y nada más empezar (artículo 1 para más señas) me encuentro que dice “la soberanía reside en el pueblo y de él emanan los poderes del Estado”. ¿Entonces, cuáles son estos poderes?. Y me acuerdo que siempre han dicho que en una Democracia son tres: ejecutivo, legislativo y judicial. Coño, creo que algo falla entonces. El pueblo es soberano y elige a los cargos, les da el poder y encima les paga por ello, pero no toma ningún tipo de decisión. Vota a las personas que las toman y que están puestas por los partidos. El pueblo soberano del que emana el poder solo vota, pero no decide. Nunca decide, solo pone a los que deciden. Es más, de los tres poderes solo vota a uno, los otros dos los eligen los votados. Aún más, incluso se puede formar parte de estos poderes sin ser elegido por los ciudadanos. Un ejemplo, alguien puede llegar a ministro sin presentarse a unas elecciones o a senador si le eligen los colegas del partido de su comunidad. ¿Y la soberanía?. No sé. Estará en el limbo. ¿Y la democracia?. Esa si que está claro donde está: en los despachos de los que la han convertido en una partidocracia y donde hemos dejado de ser ciudadanos para ser votos y solo contamos cada cuatro años.

          No me extraña nada que existe tanta gente indignada en la calle. Tanta gente cabreada con este sistema. Tanta gente desalentada y desencantada por no poder elegir, por no poder cambiar. Ya lo vengo diciendo desde hace años, los votantes no tienen la opción de elegir, sino que tienen que optar por una lista cerrada de representantes. Donde tienen cabida aquellos que el partido quiere. Donde tras un cabeza de lista carismático, acceden al poder personajes poco válidos o impopulares, pero fuertes en el partido o lo que es peor algunos imputados por corrupción. Por eso en este Pais ningún partido pierde en unas elecciones. Los datos cada uno los interpreta como le viene bien. Por ejemplo, en estas últimas, algunos han culpado de la alta abstención al movimiento Democracia Real Ya!. Dicen que esas sentadas fueron la causa de que un 33,77% no votara. ¡Que gran mentira!. En las elecciones de 2.007 la abstención fue del 36,02% y no había gente en la calle. Aún con mentiras y en mi opinión, es muy preocupante que 1 de cada 3 ciudadanos no acuda a votar. Tendríamos todos que preguntarnos que está pasando para que un tercio de nuestros vecinos no acudan a votar ni a sus representantes más cercanos, los de su ayuntamiento, los que regirán el gobierno de su pueblo los próximos 4 años. Gente a la que conocen, pero que desearían muchos de ellos poder elegir entre las listas a los capaces, no a los que les imponen. Creo difícil cambiar un sistema sin hacerlo desde dentro. Me inquieta pensar porque no ejerzamos un derecho que tanto costó recuperar. Por ello cada día somos más los que luchamos por esos necesarios cambios que han de devolver el poder arrebatado por la partidocracia al pueblo. Lucha que no debe desfallecer y ser continua.

          Aún así y de momento el sistema sigue anclado en el pasado y hasta en el Quijote el caballero andante dudaba de la capacidad de Sancho para gobernar el condado que le tiene prometido, y este no tardó en replicar y solicitar lo que algunos escuderos de listas cerradas piden: «Trabaje vuestra merced, señor don Quijote, en darme ese condado, tan prometido de vuestra merced como de mí esperado, que yo le prometo que no me falte a mí habilidad para gobernarle; y, cuando me faltare, yo he oído decir que hay hombres en el mundo que toman en arrendamiento los estados de los señores y les dan un tanto cada año, y ellos se tienen cuidado del gobierno, y el señor se está a pierna tendida, gozando de la renta que le dan, sin curarse de otra cosa…».(Cap. 50 Libro I). Salud

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