De España y de españoles

               Coincido con Carlos Carnicero cuando al calor de la victoria española en el mundial escribió que "como no amé este deporte cuando era niño, mi relación con él ha sido distante y difusa: pero de repente he entendido que como casi todas las cosas de la vida que canalizan emociones colectivas tienen mucho más de lo que aparece en la superficie. Entonces entendí que las patrias valen lo que uno pueda sentir por ellas sin aspavientos excesivos.". Y es que nos guste o no, el gol de Iniesta (uno de esos locos bajitos) hace que al menos un día se hable bien de España y de los españoles. Ese gol evidentemente no acabo con la crisis, ni con la estupidez de los gobernantes, ¡pero que cojones!, ese día me hizo sentirme mas contento que el anterior. Y fue sencillamente así, porque vi mucha gente contenta a mí alrededor. Porque aquellos que por suerte nos ha tocado nacer en este tiempo y coincidir es este País para celebrarlo debemos estar bien y orgullosos. Y mira, aquellos que la noche de la final, a pesar de haber nacido en la tierra de la piel de toro (con mordisco parlamentario), se sintieron holandeses, hace unos días alemanes, antes portugueses, paraguayos, chilenos, hondureños y sobre todos suizos; que les den por donde amargan los pepinos. Pues ya se que la alegría dura poco en casa del pobre, pero por lo menos esa estrella ya no la quitan ninguno de los 17 parlamentos, por mucho que lo deseen.

                 Pero también me sentí mal, pues me dolió que españoles que viven en esta nuestra España tuvieran que irse a pueblos más transigentes para poder sentir la victoria con la libertad de exteriorizar sus sentimientos sin sentirse observados o en el peor de los casos represaliados por ello. Y como algunos de esos que públicamente preferían nuestra derrota tuvieron que emplearse a fondo en los sanedrines para intentar aplacar esos brotes de 'españolidad' que podía tomar en solfa su status quo. Que idiotas que somos encima se les da publicidad gratuita a sus hazañas.
 
                  Ya dije antes que poco dura la alegría en casa del pobre y en Burgos bastante menos. Días después del alborozo apareció Pepiño el artista, que ZP guarde, y nos cierra el grifo de las inversiones condenándonos a viajar en la parte trasera del furgón de cola del desarrollo. El desagravio que supone el tijeretazo hasta 2018 de la liberalización de la autopista Burgos-Miranda, el frenazo a la autovía a Aguilar y el irracional parón a dos obras en su última fase de ejecución, la variante de Aranda y el cierre de la circunvalación de Burgos, todo ello después de la torticera decisión de establecer como camino más recto de Madrid a Burgos por Valladolid o a Santander por Palencia, nos obliga a todos a exigir una actuación proporcionada a la gravedad de los hechos tanto de políticos, como de agentes sociales y empresariales. Alguien nos tendrá que explicar, pero con hechos no con monsergas ni cánticos celestiales, por qué las provincias de al lado, que ya de por si disfrutan de mejores infraestructuras, no han sufrido ningún recorte y aquellos que se están planteando es para no continuar los tramos que a ellos nos acercan. ¿Que les habremos hecho a este hombre y su jefe para que nos traten así?¿Que intereses defienden nuestros parlamentarios en Madrid?.

                   No se trata de jugar al “y tu más”. No se trata de justificar o justificarse. No se trata de hacernos creer que aún existe inversión. No se trata de considerarlo un escándalo. No se trata de ahora voy a Madrid y que bien salgo en la foto. No se trata de dar otro bandazo y fastidiar a otros aún más conformistas. Se trata de que cada uno, en el ámbito de sus posibilidades, plantee alternativas para que esas vitales infraestructuras puedan salir adelante y que se revoque tan ruin decisión. Se trata de defender a todos los burgaleses y eso no se ve. Se ve greña. Se ve mala baba. Y el poso final que nos queda es que nos han jodido y nada parece que podemos hacer.
 
                  Pero todos nos conformaríamos con que el ejemplo de la selección sirviera para convencer a los políticos de lo positivo de trabajar juntos, en lugar de criticarse y del “yo no te ajunto”. Los ciudadanos estamos hartos de tanto servilismo y de tanta desgana. Queremos, deseamos y exigimos que la clase política demuestre si realmente son capaces de defender los derechos e intereses de aquellos que les votaron o si están para servir al que les colocó en sus listas.

                  Nunca llueve a gusto de todos, pero coño, aquí la sequía ya no solo huele, canta y suena a soplagaitas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“El hombre que salvo a un País variable”

“ la ingratitud es hija de la soberbia ”

" Los muñuelos de la abuela "